La industria del entretenimiento es reciente tal cual la conocemos. El producto audiovisual o interactivo como elemento de consumo se ha consolidado en esta época digital que vivimos. Hace tan solo unas pocas décadas que existen los videojuegos, en particular, y desde entonces muchas empresas, creativos y franquicias han nacido y sucumbido debido a la rápida evolución del medio. Hay una clamorosa excepción a este hecho: Nintendo.
Una empresa nacida en la era Meiji
Empieza a ser de conocimiento popular el pasado de Nintendo, alejado del ocio digital. En una época en que la forma de entretenimiento más corriente no requería de pantallas ni botones, los juegos de mesa eran una manera espléndida de compartir una tarde con los amigos. Hacía tan solo dos décadas que la Restauración Meiji había terminado con el sistema militar gobernado por samuráis, y la tradición japonesa daba paso lentamente a los modos occidentales. Y es ahí donde Nintendo entraría con sus cartas hanafuda, un tipo de naipes nipones que incorporaban ilustraciones con motivos y símbolos clásicos orientales.
Tras varios cambios de nombre y refinamientos en la producción, el primer giro en el negocio vendría en la década de los 50, cuando los directivos de Nintendo vieron el valor que había en la ilustración occidental y los juegos americanos. Comenzaron a producir naipes de póker y cartas con ilustraciones de marcas americanas como Disney. Esta decisión fue tan arriesgada como acertada, estableciendo récords de ventas y permitiendo a la compañía japonesa listarse en el mercado bursátil japonés.
El negocio de cartas empezaba a mostrar signos de debilidad alrededor de los 60, lo que llevó a Nintendo a tomar la decisión de ampliar su negocio más allá, moviéndose a los juguetes electrónicos, un sector que estaba en plena ebullición. Fue así como diseñó una serie de curiosas pistolas alimentadas con pilas que disparaban luz, y que sentarían las bases para futuros proyectos. A pesar de que tuvieron un éxito moderado durante unos años, otras empresas obtendrían una posición dominante en el mercado de este tipo de artilugios, moviendo de nuevo a Nintendo hacia su sector actual: los videojuegos.
La desarrolladora de videojuegos de Kioto
Los primeros pasos de Nintendo en los videojuegos fueron olvidables hasta que consiguieron estabilizar su modelo empresarial y tuvieron capacidad para ofrecer algo distinto a la competencia. Y tanto que lo hicieron, gracias a la multimillonaria Game&Watch lanzada en 1979, el primer sistema de videojuegos portátil que además se exportó en masa fuera de Japón. Desde ese momento hasta la actualidad nadie ha sido capaz de arrebatar a Nintendo la hegemonía en el mercado de videojuegos portátil, a pesar de haber habido varios contendientes y de existir, desde hace unos años, una evidente tendencia en los videojuegos para móviles.
Además de ser pionera en el mundo portátil, Nintendo puede presumir de haber introducido un sinfín de pequeñas innovaciones en la industria. Fue la creadora del primer videojuego en el que se podía salvar la partida (The Legend of Zelda), fabricó el primer joystick para los pulgares en Nintendo 64, introdujo las tres dimensiones con Virtual Boy y popularizó los controles por movimiento con Wii, entre muchas otras hazañas. Todas ellas le llevarían a mantenerse como una de las empresas de videojuegos con mayor beneficio neto de todo el mundo y un nicho de mercado que se describe como exclusivo de Nintendo. A día de hoy, Nintendo ha creado un intachable público fiel a sus productos que ninguna otra puede disfrutar, y esto va en línea con otros negocios japoneses como la editorial de la revista ‘Jump’ Shueisha, la productora de alimentos Kikkoman famosa por su salsa de soja o Toyota con sus coches familiares tan afianzados en Japón.
Detrás de cada evolución, en Nintendo se puede intuir esta habilidad tan japonesa de la longevidad, la capacidad innata de sobreponerse a los cambios implícitos en la vida y sacar beneficio de ellos. Es por ello que no sorprendería ver a la compañía de Super Mario Bros dirigiendo proyectos más allá de los videojuegos en un futuro no muy lejano, cuando llegue el inevitable declive del sector. Mantener la filosofía de la empresa durante tantos años ya no es solo debido a una sucesión de excelentes directivos, sino además una fidelidad clara a lo que la marca representa y le ha llevado tan lejos.
