La comida japonesa conquista nuestra cocina

El otro día visité el supermercado de mi barrio de una popular franquicia. El establecimiento, en línea con su expansión nacional, ha sido reformado recientemente y entre otras cosas, hubo una que me llamó la atención: las ingentes novedades de comida japonesa en casi todos los pasillos.

Una demanda creciente de producto japonés

No es ningún secreto que los restaurantes japoneses son cada vez más y de mejor calidad. Hasta ahora, ir a un japonés era una apuesta segura para probar esa comida tan exótica y delicada venida del lejano oriente. Sushi, ramen okonomiyaki, sopa de miso, karaage… son ya términos familiares en muchos ambientes.

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La gastronomía en España es muy proteccionista, para bien y para mal. En nuestra sociedad se percibe la comida extranjera (sea japonesa, turca, india, china) como una experiencia que se disfruta en una ocasión especial, fuera de casa y de precio generalmente más elevado. Los platos españoles tradicionales ofrecen muchas más opciones con las que estamos familiarizados, que cubren nuestras necesidades nutricionales en general a módico precio. Por esta razón tenemos alta resistencia a modificar nuestros hábitos de consumo culinario.

El amor se fragua en la cocina

Esta norma está cambiando progresivamente gracias, en gran medida, a la apuesta de las grandes franquicias de supermercados. En otros países europeos, como Reino Unido, es de lo más habitual que platos tradicionales de la gastronomía india o italiana sean la oferta mayoritaria en supermercados y restaurantes, en detrimento de la cocina local. En España esta transformación está llegando poco a poco.

Edamame de marca Hacendado

Respecto a la comida japonesa, en particular, el fenómeno se nota con claridad: primero fueron los fideos instantáneos, después la salsa de soja y teriyaki, sucedáneos del dorayaki o las judías edamame. Estos productos hasta hace solo unos años estaban restringidos a supermercados especializados -generalmente tiendas asiáticas disponibles en las grandes ciudades-, pero ahora están al alcance de todos. Este cambio implica la creación de nuevas cadenas de distribución alimentaria, trayendo productos de importación directamente a empresas de alimentación españolas o creando productoras locales de estos productos.

Comer japonés puede ser rutinario

La tendencia no para, visto su éxito, y ahora también podemos encontrar arroz glutinoso, sake, algas nori, e incluso sushi preparado para comer. Que estas delicias japonesas pasan a ser un elemento más de nuestra nevera va a ocasionar, sin duda, una evolución en nuestro consumo. Aumentan su disponibilidad, bajan su precio y, en definitiva, se convierten en una opción igual de válida que la tortilla de patata, los spaguetti o las lentejas. La gastronomía japonesa ya no es una moda, es una realidad.

A un japonés le daría un síncope al ver sushi envasado, pero por algo se empieza

Absorber otra cultura culinaria no implica reemplazar a la gastronomía local, sino ampliar los horizontes y, por qué no, potenciar la cocina fusión. Aunque aún estamos lejos de poder preparar en nuestra casa con facilidad un buen bol de ramen a la japonesa o un arroz con curry por falta de ingredientes, todo indica que en el futuro estos y otros platos nipones tendrán una demanda notable, no como platos para una ocasión especial sino como nuestro menú del día a día.

Un buen ejemplo de este fenómeno que podemos disfrutar con relativa accesibilidad es el sake Kensho, de fabricación española. Elaborado con arroz del Delta del Ebro, este “sake mediterráneo” ha abierto la puerta a todo un mundo de alimentación japonesa que no viene con una etiqueta de importación, sino que es producto de la asimilación cultural y refinamiento propio.

Variedades de sake Kensho

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