Bingata: la multicolor técnica ancestral de Okinawa

El pasado noviembre os hablamos en un artículo de la fantástica exposición comisionada por Kimono Club Valencia en torno al kimono y su evolución como prenda de moda, ubicada en el Museo de la Seda de Valencia (¡y que aún tenéis tiempo de visitar hasta final de mes, si no lo habéis hecho todavía!). Relacionada con esta exposición, se han llevado a cabo también una serie de actividades, entre las que se encuentra la conferencia celebrada el sábado 5 de marzo, dedicada al bingata, una técnica de estampación procedente de Okinawa, que pudimos conocer gracias a Yoko Kataoka, de Taller Uraraka. La conferencia se complementó a continuación con un taller práctico desarrollado a lo largo del mismo fin de semana para tomar contacto directo con la técnica bingata, también organizado por Kimono Club Valencia e impartido por Yoko Kataoka. La artista, natural de Tokio, se licenció en Bellas Artes y Diseño Textil por la Universidad Provincial de las Artes de Okinawa y cuenta con una dilatada trayectoria profesional de más de veinte años dedicados a la técnica bingata. Por otra parte, cabe señalar que todas las fotografías que aparecen en el presente artículo han sido facilitadas por Kimono Club Valencia, a quien agradecemos la cortesía para con nosotros.

Una pincelada de historia

Para encontrar los orígenes del bingata tenemos que remontarnos al siglo XIV, cuando la actual prefectura de Okinawa constituía el reino de Ryūkyū. En aquel entonces, esta técnica de estampación era considerada un producto de lujo reservado a la realeza y la nobleza, por lo que estaba regulada por estrictas leyes que pautaban con rigidez su fabricación. Se cree que el bingata recibió influencias de técnicas y estilos de otras áreas con las que el reino de Ryūkyū tuvo contacto a través de un intenso comercio marítimo, como fueron China, Japón o Java, que terminaron por fundirse para crear una técnica única y suntuosa.

Las islas Ryūkyū quedaron bajo dominio de Japón a partir del siglo XVII, lo que no fue óbice para que la técnica del bingata decayera. Bien al contrario, la obligación de rendir tributo a Japón se tradujo en un perfeccionamiento de las técnicas de producción, que alcanzaron unas mayores cotas de perfección y exquisitez. Un paréntesis de decadencia, sin embargo, llegó tras la Segunda Guerra Mundial, ya que la batalla de Okinawa (1 de abril-22 de junio de 1945) supuso la destrucción de la mayoría de los centros productores, con la consiguiente desaparición de textiles y plantillas antiguas de bingata.

No obstante, el empeño y tesón de los artesanos de bingata de Okinawa lograron reavivar la técnica, al conseguir recuperar plantillas que los coleccionistas se habían llevado con anterioridad a la principal isla de Japón. La de la posguerra fue una época dura y muy difícil, en la que la escasez de materiales resultaba habitual. Así, se emplearon trozos de mapa para realizar los dibujos, se recurrió a la harina de trigo como sustituto del almidón de arroz o a los pintalabios como pigmento. Estos hechos pueden ayudar a calibrar la gran pasión y el esfuerzo de los artesanos de Okinawa, gracias a los cuales hoy en día el bingata vuelve a brillar con el esplendor de antaño.

La técnica

El término bingata (紅型) se construye a partir de dos componentes: bin (紅), «color», en el dialecto de Okinawa, y kata (型), «molde, tipo», en referencia a la plantilla que se emplea para la estampación. Los pigmentos empleados para los tintes siempre proceden de materias primas naturales, y así, el intenso bermellón se extrae del cinabrio y el rojo, de la cochinilla; el blanco, de ostras trituradas; el negro, de la tinta china; el azul, del índigo; los amarillos, del ocre.

Por su parte, los motivos habitualmente representados en los tejidos estampados con esta técnica lucen vibrantes colores y una figuración inspirada en la exuberante naturaleza de la tropical Okinawa. De este modo, en los motivos tradicionales abundan los elementos vegetales, pinos y delicadas flores, exóticas aves y ondeantes olas, que nos transportan al cálido clima de la isla, a los que posteriormente se sumaron otros más ajenos al acervo okinawense, como flores de ume o sakura. El resultado final son telas de vivaz colorido y entusiasta calidez, que desprenden alegría por la vida y amor por la naturaleza.

 

Manufactura

La técnica de estampación bingata, muy laboriosa y para la que se requiere de mucha dedicación y paciencia, consta, a grandes rasgos, de los siguientes pasos:

  • El dibujo que se desea emplear se plasma sobre un papel tradicionalmente impermeabilizado con taninos de kaki y se recorta con la ayuda de un bisturí.
  • Ya obtenida la plantilla, se coloca esta sobre la superficie en la que se va a trabajar (normalmente, tejido) y se aplica una pasta elaborada con salvado de arroz y harina de arroz glutinoso. Esta pasta constituirá la llamada reserva, es decir, cubrirá el área que no se verá afectada por los tintes.
  • Una vez seca la reserva, se procederá a aplicar con pinceles de pelo natural los pigmentos, mezclados con leche de soja, que actúa como fijador del tinte. En este proceso, también se realiza la difuminación de los colores, lo que constituye una de las características principales del bingata.
  • Se deja reposar varios días la tela, hasta que los pigmentos quedan completamente secos. Por último, se sumerge el textil en agua para lavarlo con delicadeza y eliminar la reserva, con lo que finalmente quedarían al descubierto los colores definitivos.

Galería fotográfica

Para concluir, os presentamos a continuación una galería fotográfica que ilustra las jornadas que pudimos disfrutar con Yoko Kataoka, tanto en la conferencia como en el taller práctico impartido, en los que pudimos deleitarnos con su magnífico trabajo, que aúna elementos tradicionales con motivos más contemporáneos.

Conferencia y demostración en el Museo de la Seda de Valencia:

Taller práctico de bingata y una muestra del trabajo de las participantes:

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