Pensamiento japonés

La península de las veinticuatro estaciones, o cómo fluir con el ritmo de la naturaleza

Errata Naturae edita La península de las veinticuatro estaciones, de Inaba Mayumi, una deliciosa novela que nos transporta a un mundo alejado del trajín de las grandes ciudades, donde la naturaleza impone su ritmo, sosegado pero implacable, y se adueña de la vida de sus protagonistas.

La autora

La novelista y poetisa Inaba Mayumi nació en la prefectura de Aichi el 8 de marzo de 1950. Su carrera literaria comenzó a temprana edad, pues con tan solo dieciséis años ganó una competición poética patrocinada por el periódico Bungei Shunjū. Ya con veintitrés años, en 1973, se alzó con el Premio para Jóvenes Escritoras gracias a su relato Aoi kage no itami wo (El dolor de una sombra azul). En 1981 vio la luz su primera antología de cuentos, Hoteru Zanbia (Hotel Zambia). Posteriormente, compatibilizó su carrera literaria, tanto lírica como narrativa, con su labor como editora. Su obra Miru fue galardonada en 2008 con el Premio Kawabata al mejor relato corto y dos años después, en 2010, su colección de cuentos homónima recibiría el Premio MEXT de las Artes. A continuación, La península de las veinticuatro estaciones sería merecedora del más prestigioso galardón de las letras niponas, el Premio Tanizaki, que le fue concedido en 2011. Reflejo de su amor por los gatos, es su obra Mii no inai asa, publicada en España bajo el título Veinte años con mi gata, inspirada en su convivencia con su gata Mii. Inaba Mayumi falleció el 30 de agosto de 2014 debido a un cáncer pancreático, cuando contaba con sesenta y cuatro años de edad.

La obra

Cuando la protagonista de La península de las veinticuatro estaciones, una mujer de mediana edad, decide comprar un terreno para construir una sencilla cabaña en la apartada península de Shima, en la prefectura de Mie, de geografía agreste y escarpada, recibe el asombro de su familia, que aún entiende menos su determinación de mudarse allí, movida por el vacío y la abulia que la gran metrópolis de Tokio produce en su espíritu. Así pues, con la sola compañía de su gato, nuestra protagonista emprende un viaje no solo en el plano físico, sino también de autoconocimiento, una senda de la que nos hace partícipes, pues nos transformamos en los silenciosos cómplices de sus frecuentes paseos por el bosque que linda con su terreno, hundimos con ella los pies en la arena de la playa cercana, cuya brisa impregna de salitre la piel, y compartimos sus reflexiones y recuerdos de tiempos pasados y amistades cercanas ya desaparecidas de su vida pero aún presentes en su memoria.

Los días en la península son como los márgenes en blanco de mi propia vida. Estoy más que hastiada de las agendas apretadas. Sólo aspiro a conseguir el máximo margen para vivir sin complicaciones, un espacio en blanco. Desembarazarme poco a poco de cualquier arrepentimiento que pudiera aflorar cuando no se rellenan esos vacíos.

Nos encontramos ante una obra casi carente de hilo conductor, en el que la naturaleza y la comunión con ella son una de las dos principales tramas que mueven la narración, imprimiéndole el cadencioso ritmo que nos conduce a través de las veinticuatro estaciones que jalonan el ciclo anual nipón regido por la luna, tal como recoge el viejo almanaque que dicta el inexorable avance del tiempo. No menos relevante, el segundo foco de atención del relato lo encontramos en la exploración interior que emprende la protagonista, aguda y entusiasta observadora de la naturaleza y de cuanto la rodea, quien en primera persona, con un lirismo conmovedor y delicado en extremo, nos retrata hasta el más ínfimo detalle la naturaleza circundante.

© Usadadanuki.

En paralelo al constante resurgir y renovación según dictan las leyes del cosmos, la soledad de la protagonista se convierte en su gran aliada, pues la sentimos necesaria para un renacimiento interior, en el que resultan fundamentales la capacidad del desprendimiento, de dejar ir y no aferrarse a las cosas, y la valentía de tomar las decisiones adecuadas que presentimos necesarias para la paz espiritual. Asimismo, recibimos una invitación a la reflexión sobre la importancia de reconciliarnos con nosotros mismos, de ser fieles y sinceros con los propios sentimientos. Por último, no pasa desapercibido el efecto sanador, purificador incluso, que para el alma significa el hecho de fundirse con la naturaleza, en un ejercicio de introspección que conduce a la iluminación interior, que la vida frugal, en comunión con el orden natural, proporciona.

La brisa nocturna y el roce suave de las hojas van diluyendo las fronteras de mis cinco sentidos, y parece que el cuerpo se separa poco a poco de sus órganos y del tiempo humano, sin titubeos, hasta convertirse en algo desconocido. ¿Es así como el alma se separa de la carne? ¿Será esta la sensación de la nada? Es como si un ser desconocido llegara de alguna pare muy lejana del universo y ocupara mi interior.

No obstante, contrariamente a lo que pudiéramos pensar de antemano, pese a la soledad que silenciosamente la acompaña, nuestra protagonista no lleva vida de ermitaña, pues en la aldea cuenta con un vecindario entrañable, en su mayoría compuesto por mayores, los grandes olvidados de nuestra sociedad. Así, entre estos exiguos vecinos, imposible no mencionar al señor Kurata, experto en bambú, o a Kayoko, amiga cercana con quien compartir exquisitos tés, y su marido Yôji, pareja que regenta una fábrica de miel, ámbar líquido que condensa la esencia floral del lugar. También la familia hace visitas asiduas, en las que no faltan las veladas de composición de haiku a la luz de las luciérnagas. Personas, en definitiva, con quienes tejer momentos que permanecen indelebles en la memoria.

La península de las veinticuatro estaciones es, pues, un relato intimista y de sublime delicadeza, en el que la prosa se hace poema, una sincera invitación a reflexionar sobre lo que es verdaderamente importante en la vida.

 

 

 

La península de las veinticuatro estaciones

Autora: Inaba Mayumi

Traductora: Rumi Tani Moratalla

Editorial: Errata Naturae

Año: 2011 (JP); 2013 (ES)

Formato: Papel

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