Pensamiento japonés

Mishima. El marino que perdió la gracia del mar

Cuando uno mira al cielo nocturno no puede evitar pensar en la nimiedad de su existencia, la suya y de toda su especie: una sensación que combina el desasosiego y la paz a partes iguales. Se despierta un sentimiento similar durante la contemplación del mar, cuya magnitud a nuestros humildes ojos es inabarcable, y su naturaleza salvaje está claramente por encima de nosotros. ‘El marino que perdió la gracia del mar’ gira en torno a la glorificación y temor hacia el Gran Azul, como trasfondo para una novela en la que Yukio Mishima, como de costumbre, trata de plasmar en el papel los vicios y decadencias de la condición humana.

El mensaje subyacente

Como tantas novelas de la época, ‘El marino que perdió la gracia del mar’ (1963) fue escrita con el Japón de posguerra en el retrovisor. Ese país de contradicciones, de valores como el honor del hombre llevado al extremo, la occidentalización desbocada o el abandono de las tradiciones milenarias. Es muy importante comprender este contexto para disfrutar la novela al máximo, y del mismo modo es interesante encajar la personalidad del autor en los eventos que vamos a leer. Porque, al contrario que otros autores, en Mishima cada escrito es casi un manifiesto de intenciones. Siete años después de esta novela, el escritor cometería el acto más desafortunado de su vida, al intentar un extraño golpe de estado y realizarse el suicidio ritual tras su fracaso.

La lectura, de unas 200 páginas de duración, gira en torno a tres personajes: Fusako, una mujer que lleva una tienda de artículos de importación y quien sirve para conectar a los dos verdaderos protagonistas, Noboru y Ryuji. Noboru es el hijo, un ingenuo y altamente manipulable chaval que se ha integrado en un grupo de amigos con ideales ciertamente extremos sobre la rectitud y corrección del hombre. Ryuji es un marinero con cientos de historias de alta mar, cuyo carácter ha sido templado por las inclemencias de la navegación, siendo la mayor de ellas la soledad y falta de pertenencia a un hogar.

Fusako y Ryuji se conocen unas páginas más allá del inicio de la historia, comenzando una relación amorosa que en sus primeros compases se ve comprometida por la condición de marino de él, quien debe pasar una larga temporada a bordo de su barco. Noboru descubre la naturaleza embravecida del hombre, y tras una serie de eventos, le empieza a concebir como un ser excepcional, con aura de héroe. Los ideales de juventud del chico se ven satisfechos por la figura del que más tarde sería su padre de adopción.

Una visión alegórica

Si tras los primeros compases la novela casi parece adentrarse en el terreno del género romántico (como pasa en otras obras de Mishima), pronto vamos descubriendo las intenciones reales de su mensaje. El Japón antiguo y nuevo colisionan metafóricamente entre los personajes de la novela, ocasionando una sucesión de acontecimientos inesperada que conduce a un final absolutamente dramático, casi irreal. En su cuestionable veracidad reside la intención de hacer más palpables el desequilibrio de valores que se respira en el país del Sol Naciente, o al menos, la imagen que el autor tiene de él, y dejar una sensación de desasosiego profundo en el lector.

Si hay algo que destacar de ‘El marino que perdió la gracia del mar’ es su habilidad para describir a los personajes y sus sentimientos, una constante en la bibliografía del autor. La narración está llevada con mucha delicadeza, y se precipita hacia terrenos por ello muy sorprendente en la recta final, donde reina la frialdad. Podríamos clasificar la obra como una metáfora de los hechos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias, que en la percepción del autor continúan hasta sus días. Es por ello que leer ‘El marino que perdió la gracia del mar’ es una exploración por los ideales y concepción de Yukio Mishima sobre su propia patria.

El carmesí de la túnica, siempre que un leve movimiento de su cuerpo alteraba el juego de luces de las lejanas lámparas, variaba y oscilaba caprichosamente entre diversas tonalidades de púrpura. Ryuji, bajo los pliegues en sombra del vestido, adivinó la serena palpitación de los pliegues de la mujer. Aquel aroma de sudor y perfume que le llegaba con la brisa parecía gritar exigiendo la muerte de Ryuji: ¡Muere, muere, muere! Y él imaginó el momento en que las delicadas yemas de los dedos de Fusako, ahora recatadas y esquivas, despertarían para volverse lenguas de fuego.

La novela, publicada como quinta reedición por la editorial Alianza, se enmarca en la celebración del 50º aniversario del fallecimiento de Yukio Mishima.


El marino que perdió la gracia del mar

Autor: Yukio Mishima

Traducción: Jesús Zolaika

Editorial: Alianza

Año: Reedición 2020

Formato: Papel

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