Pensamiento japonés

Desaparecido (Boku dake ga Inai Machi). La génesis indeseada

Me gustan las historias de viajes en el tiempo. Jugar con el espacio-tiempo es un recurso de guión efectivo, que da pie a giros argumentales con facilidad y permite componer historias con gran efecto dramático. En la ficción japonesa se explota este recurso con asiduidad, pero son pocos los mangas que lo hacen de manera diferente. Desaparecido, de Kei Sanbe, es uno de ellos.

La verdad es que el arranque del manga es flojo y apenas da para imaginar que la serie después se convertiría en una historia interesante de verdad. Todo comienza con el protagonista, un joven que pasa la treintena y trabaja como repartidor, y que tiene un extraño poder: puede realizar pequeños viajes atrás en el tiempo (llamados «revivals») cuando alguien muere a su alrededor, lo que le permite anticiparse unos minutos al suceso y salvar la vida de esa persona. Pero el retroceso temporal no es voluntario, y de hecho, no obedece a un patrón fijo. La prueba está en el día en el que asesinan a su propia madre, un revival se lleva a cabo, pero no de unos minutos… sino de varios años. El protagonista vuelve a su infancia. Empieza entonces lo bueno.

El desarrollo argumental de Desaparecido se va desquitando de los tópicos shonen progresivamente, sin prisa pero sin pausa, y demuestra convertirse en un seinen serio y competente. Podríamos diferenciar dos subtramas principales en la serie, aproximadamente de la misma duración. Lo interesante es que, aunque el primer arco está relacionado con el segundo, cada uno es de un carácter muy diferente al anterior, solo que con un ingrediente en común: hay un asesino a descubrir.

Sin embargo, es cuestionable catalogar este manga como de género detectivesco o policiaco. Desaparecido muestra también partes slice of life, tiene un trasfondo de manga psicológico y, como es obvio, no podemos quitarle la etiqueta de ciencia ficción. Su argumento es complejo, sí, pero la historia es ágil y se permite desarrollar a los personajes a través de la trama, que está calculada al milímetro. Los 8 tomos del manga condensan con inteligencia varios saltos temporales con dos giros de guión verdaderamente memorables; hasta el punto que la concepción entera de la serie se da la vuelta justo antes del final, en torno al tomo 6, donde descubrimos la astucia de Kei Sanbe para integrar todas las incógnitas de la serie casi de un plumazo y de manera convincente.

Personalmente, creo que el gran mérito de este manga es su tratamiento de la infancia. Kei Sanbe nos presenta a unos protagonistas en etapa escolar que desprenden inocencia, pero también sagacidad. El protagonista, un personaje a caballo entre la edad adulta y su propia niñez a veces se quiere refugiar en la calidez y luminosidad de la etapa preadolescente, pero en el fondo es un adulto, y es consciente de que ya abandonó la burbuja de la infancia una vez, y no puede volver a ella. En particular, porque hay todavía un asunto por resolver en su pasado, pero quedan muchas incógnitas para él para terminar de entender qué es lo que está ocurriendo realmente a su alrededor.

La región glacial de Hokkaido, al norte de Japón, es un telón de fondo perfecto para la historia de Kei Sanbe. A menudo, la soledad es el motor principal que mueve a los personajes; por distintos motivos, sienten que la muerte está cerca, pero no saben exactamente a qué se enfrentan. ‘Desaparecido’ es, sobre todo, un manga de claroscuros.

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