La vida de la mujer tokiota según Ozu. Las hermanas Munekata (1950)

Ver una película de Yasujiro Ozu siempre es un viaje al Japón de posguerra y las relaciones personales entre japoneses, que ven cómo sus costumbres cambian a marchas forzadas. Las hermanas Munekata (宗方姉妹Munekata Kyōdai) parte de una premisa sencilla, sobre la cual profundiza con suma elegancia: dos hermanas cuyos destinos han sido bien distintos encuentran un nuevo rumbo en su vida.

El argumento, en apariencia sencillo, hace un espléndido uso de su sucinto reparto, donde se nota la ausencia de Setsuko Hara (actriz que había debutado con Ozu tan solo un año antes), pero destaca el papel de Hideko Takamine, quien hace el papel de la hermana menor y soltera. Ella sola mueve la película, y desencadena el nudo en la trama: consigue convencer a Hiroshi, un amante de la juventud de su hermana, para que piense en volver con ella.

La hermana mayor, interpretada por Kinuyo Tanaka, es una esposa cumplidora pero infeliz. Casada con un hombre al que no amaba, y que le maltrata (a menudo tras haber bebido), ve cómo su matrimonio está a punto de detonar. Como es habitual en la filmografía de Ozu, este personaje es víctima de la imposición social. Sin embargo, su felicidad todavía es posible.

La película ofrece todo lo que esperamos de Ozu. Planos estáticos, muy bajos, donde el hogar tradicional japonés es protagonista. También hay una fuerte presencia de la antigua capital de Japón, Kioto, donde reside el padre de las hermanas. El hombre, aquejado de un cáncer mortal, lo interpreta el mítico Chishū Ryū tan conocido en otras cintas de Ozu. Como de costumbre, es la representación del Japón antiguo, un tema recurrente en el director.

Puede que las hermanas Munekata no sea la película más ambiciosa de Ozu. Al mismo tiempo, su enfoque más centrado la hace especial. Hay un protagonismo efectivo de las mujeres, quienes llevan la batuta durante todo el filme, y no tanto de la familia como unidad. El Japón de los 50 era todavía una nación muy encorsetada en el matrimonio, y la conclusión de Las hermanas Munekata rompe con esa dictadura de manera muy elegante.

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