Nakano Takeko fue una de las últimas samurais en la historia de Japón. Forma parte del selecto grupo de mujeres guerreras que fueron trascendentales en un gran conflicto armado, y a día de hoy se le conoce por su fuerte determinación y dotes de mando en la batalla.
Nacida en Edo, Nakano Takeko (1847-1868) era hija de un oficial en la región de Aizu, uno de los bastiones más beligerantes y mejor armados situado en la prefectura de Fukushima. En este contexto, el maestro Akaoka Daisuke la adoptó, transmitiéndole una sólida educación tanto en literatura y letras como en el combate. Era habitual que las mujeres guerreras, conocidas como onna bugeisha, fueran entrenadas en el manejo de la naginata, un arma larga exclusiva para ellas, como la katana para los hombres.
Fue instructora de artes marciales, formando un pequeño escuadrón de guerreras, pero pronto tomaría parte en la guerra Boshin, la última gran guerra civil de Japón. El conflicto enfrentaba al bando del shogun Tokugawa, que mantenía el poder sobre toda la isla desde hace tres siglos, contra el bando imperial, que luchaba por restaurar a la dinastía legítima y retirar al shogun.
Takeko luchaba para el bando perdedor: el shogunato. Lideró un ejército independiente femenino de samurais en la batalla de Aizu; algo poco habitual, pues las mujeres no solían participar en la guerra y su papel era más bien defensivo en la ciudad. Su contundencia en la batalla, sin embargo, fue espectacular, hasta el punto de que el ejército enemigo tuvo que replantear su estrategia. Aquellos soldados con naginata eran mortíferos.
Por desgracia, Takeko recibió un impacto de bala en el pecho, quedando herida de muerte. En el último momento, cuenta la historia, pidió a su hermana que le realizara el suicidio ritual del seppuku. La guerrera se ejecutó y su hermana le cortó la cabeza, para enterrarla a los pies de un árbol en el templo Hokaiji. «No se llevarán mi cabeza como trofeo», fueron sus últimas palabras.
Hoy en día podemos visitar un monumento situado al lado de ese árbol. Construido como un monumento a la valentía de Nakano Takeko y su excepcional habilidad en la batalla, cada año es visitado por un grupo de mujeres vestidas de hakama para honrar su recuerdo.
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