Pensamiento japonés

Necesitamos más personajes como Shinji Ikari

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Hay que echarle voluntad al asunto este de escribir un artículo cuando el tema es Evangelion. Por una parte, porque se trata de un nombre archiconocido por todos los que frecuentamos estos lares, y ya se ha escrito tanta biblioteca sobre ello que resulta difícil añadir algo más. Y a consecuencia de esto, escribir sobre Evangelion presupone un alto nivel de profundidad en el contenido.

Este artículo contiene ligeros spoilers del anime Evangelion.

De las muchísimas cosas que da para hablar la napoleónica serie de Hideaki Anno, hay una que -quizá un poco eclipsada por las demás- es interesante profundizar. Porque a día de hoy, la construcción de personajes de Evangelion, un anime de hace 20 años, resulta digna de observación.

evangelion_evaY el personaje central, el que mejor trasfondo psicológico tiene es el protagonista, Shinji Ikari. Para decidir si Shinji es un buen personaje podríamos utilizar distintos criterios: ¿huye de los estereotipos? ¿es impredecible? ¿evoluciona a lo largo de la serie? ¿es expresivo? A todas estas preguntas podemos contestar «sí» con la mayor firmeza.

Shinji podría parecer el típico niño antisocial de un manganime. Los hikikomori están a la orden del día en la animación japonesa, siempre han sido una moda y la cosa no tiene pinta de cambiar. Pero Shinji sobresale sobre éstos: es un niño atormentado hasta la médula. Casi todas sus acciones y gran parte de su razón de ser están claramente vinculados con su desasosegante pasado, con su incapacidad para relacionarse que ha nacido de ahí. No odia a los demás por naturaleza,  trata de escapar de ellos porque se siente inferior, falto de cariño, falto de reconocimiento paternal.

Y esa actitud también se percibe en los pequeños detalles. El doblaje original japonés contribuye enormemente a definir a este persnaje. La voz de Shinji es lacónica, parece que le falta fuerza; se percibe su profunda angustia cuando contesta a las preguntas que le producen desazón. Además, lo que no articula con palabras lo hace con su mirada. La expresión que tiene deja claro que no es un niño feliz con todo lo que está ocurriendo.

gendo-ikariPero por encima de todo, Shinji Ikari es un niño que tiene miedo. Estamos cansados ya de ver animes cuyo niño protagonista hace frente a terribles monstruos como si estuviera jugando a un videojuego. No es creíble, no es interesante y evidencia un trabajo de guión mediocre. El miedo del protagonista de Evangelion es en muchas ocasiones el eje alrededor del que gira toda la carga dramática de la serie: es un niño a los mandos de un Eva, una máquina de matar gigante que se enfrenta a Ángeles. Ángeles que son verdaderos monstruos terroríficos de los que no se conoce nada.

Y en medio de esa vorágine de destrucción, de la que depende este niño, el resto de la humanidad trata de salir ilesa. Se podría decir sin preámbulos que están utilizando a un chaval de 14 años para su propia supervivencia. En este contexto, por cierto, su proceso de madurez mental no tiene botón de pausa. Pero ¿qué es más importante, traumatizar a un adolescente o arriesgarse a morir?

ayanamiPero aunque lo parezca, el protagonista de Evangelion no es para nada un elemento pasivo al que le pasan cosas; él también actúa y gira la historia a su antojo cuando lo ponen al límite: ahí reside su carisma. Pese a sus evidentes defectos, los compensa con algunas cualidades que ningún otro tiene a su alrededor. Él es incapaz de enfrentarse a muerte otra persona, aunque le vaya a costar la vida.

Los personajes secundarios de Evangelion no tienen tanta profundidad como el protagonista, pero tampoco son simples marionetas para hacer avanzar la historia. El padre de Shinji es la pieza central del argumento y sus ambiguas intenciones lo colocan, en muchos aspectos, como el antihéroe de la serie. Los demás pilotos de los Eva también tienen su manera particular de afrontar el papel que les toca: mención especial a la enigmática Ayanami.

Ésta es sólo una de las razones por las que este anime ha envejecido de manera tan elocuente. También podríamos hablar largo y tendido de la calidad de la animación, el trasfondo filosófico y religioso, la cantidad de referencias que alberga o su excepcional habilidad para manejar el suspense. Quizá para la próxima entrada.

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