El manga del desasosiego y la depresión. ‘El hombre sin talento’

Cuando el manganime empezaba a dar sus primeros coletazos en occidente, especialmente en España en los 80 y 90, la industria del cómic japonés ya hacía gala de una madurez envidiable. Obras como ‘El hombre sin talento’ se han consolidado como mangas de culto, cuyo eco todavía resuena estos días, influyendo a los autores actuales.

Ficha de la obra

hombre sin talentoEl hombre sin talento (無能の人, Munō no Hito)

Autores: Yoshiharu Tsuge

Traducción: Yoko Ogihara; Fernando Cordobés

Editorial: Gallonero

Serie: Tomo único

Formatos: Papel

Año: 1985 (JP), 2015 (ES)

 

Reseña

‘El hombre sin talento’ es un manga que no se entiende sin explicar la vida de Yoshiharu Tsuge; es, en cierto modo, una obra de autor. No sólo porque sea auténtica y esté enraizada profundamente en los lamentos de Tsuge, sino también porque es de las que crea escuela. La mentalidad pesimista de Tsuge, su durísima infancia y juventud tras la Segunda Guerra Mundial, lo llevaron a plasmar en el manga el profundo desengaño y desencanto por la sociedad.

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La obra de Tsuge es a menudo suficientemente ilustrativa respecto a la pluma que lo ha creado como para que el lector se haga una composición de lugar. En las páginas de ‘El hombre sin talento’ nos encontramos con un protagonista profundamente abatido que, lejos de lamentarse por su desgracia, ya la ha asumido con absoluta serenidad. No es difícil deducir en el comportamiento de Sukezo Sukegawa una cierta tendencia a la depresión, padecida por Tsuge, y que tanto a autor como a personaje les supone un hándicap difícil de ignorar en cada uno de los acontecimientos de su vida. Por irrelevantes que parezcan.

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Pero el manga no es sólo una excelente vía para Tsuge con la que convertir en tinta su desafortunado sentir. Es también una manera de sacarle los colores a lo que le rodea. A través de los ojos del protagonista, casado y con un hijo, vemos un Japón plagado de hipocresía, egoísmo y competitividad. La sociedad japonesa, lejos de ser un colectivo de moral intachable y meritocracia, se desdibuja: es una sociedad cruel con el fracasado, con el que no se ajusta al perfil idílico que se impone. Es, en otras palabras, la consecuencia de una estructura tan férrea y comandada por individuales insatisfechos que sólo quieren perpetuar un sistema económico y social que no es más que un espejismo.

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A pesar de todo, en ‘El hombre sin talento’ también vemos algunos -brillantes- destellos de sarcasmo y humor. Tsuge es un genio al saber combinar de manera soberbia la negatividad más absoluta con situaciones de lo más delirante: no es que se tome a la ligera su lamentable estatus en la sociedad, es que está tan habituado al fracaso y al ridículo que incluso encuentra regocijo en él. Y es un tono irónico-pesimista que rodea a toda la obra: el protagonista trata de mantener a su familia poniendo al lado del río un negocio de venta de piedras del propio río; busca el éxito en la colección de piedras con formas extrañas, una afición de la aristocracia en época samurai que, como es lógico, se ha venido a menos.

Conclusiones

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No es casualidad que ‘El hombre sin talento’ sea un clásico de culto. Es una obra por la que nunca va a pasar el tiempo, y que combina una crisis personal, la del autor Yoshiharu Tsuge, y una crisis social, la del Japón de posguerra, que aún da fuertes coletazos en nuestros días.

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