El gran maestro, más conocido artista del grabado sobre madera japonés o ukiyoe es una figura capaz de atrapar el interés de todas las generaciones que han contemplado su legado. El manual de dibujo abreviado es una compilación de varios de sus bocetos para aprender a trazar “líneas que cobren vida” como él mismo quiso conseguir.
Katsushika Hokusai es un personaje con todos los ingredientes de artista irreverente. Vivió durante la época de máximo esplendor del periodo Edo (1760-1849), una etapa de paz atípica para el medievo japonés —y falleció cuando la oleada de occidentalización estaba a punto de inundar Japón.
El principal objetivo de Hokusai era ganarse la vida dibujando, un empleo bien remunerado por aquel entonces, pero con gran irregularidad. Es por eso que, además de dedicarse a dibujar por encargo o bajo un prisma documentalista —algunas de sus obras más célebres son además un delicioso ejercicio pictográfico de la geografía japonesa— también elaboró materiales de aprendizaje.
Desde su ambigua humildad, Hokusai hace referencia a sus manuales de dibujo como una simple referencia para comprender “la forma intrínseca de los seres”, en lugar de pretender servir como una guía de ejercicios que haya que repetir e imitar, pincel en mano.
En la obra cuidadosamente compilada por Sans Soleil encontramos una variedad sorprendente de temáticas. Los animales ocupan una parte esencial del manual, pero también hay lugar para las flores, los seres mitológicos o las personas. El maestro ofrece un sencillo método de figuras geométricas que nos dan una visión inteligente y astuta del dibujo para transformar un conjunto de circunferencias, líneas y triángulos en elementos tan variopintos como un pájaro, una orquídea o el monje Daruma.
Es admirable, en particular, que el resultado del método propuesto por Hokusai esté dotado de una personalidad tan marcada. El objetivo no es el realismo, sino el transformar la realidad en algo que cualquiera pueda entender, que acerque la complejidad del arte pictórico al más novato en la disciplina. Las instrucciones que nos facilita son tan impresionantes porque con solo unos pocos trazos que no requieren habilidad manual componen figuras de todo tipo. Es la magia de la simplicidad, clave atemporal en la cultura japonesa.