Pensamiento japonés

Por qué el futuro de Japón depende de los extranjeros

Hace unos días el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón registró una cifra récord: en 2023 se alcanzaron 2 millones de trabajadores extranjeros, el máximo histórico. Este número supone 12.4% de incremento respecto al año anterior, lo que significa que la tendencia está siendo muy pronunciada. Estos números son solo estadísticas, por supuesto, pero reflejan una realidad a la que Japón no se había enfrentado antes.

Las leyes japonesas de visados categorizan de forma estricta a los trabajadores extranjeros que acuden a trabajar a Japón, y en los 2 millones de los que estamos hablando, más de una cuarta parte (595,904) se han registrado como trabajadores cualificados, es decir, acuden al país para satisfacer una demanda que existe de empleo específico y que en muchos casos no se encuentra entre la población local. Este dato responde a una necesidad creciente de la sociedad japonesa por reclutar profesionales y la dificultad de encontrarlo en la población japonesa es un problema que se extrae de otros problemas relacionados. Los países de origen de los trabajadores que acuden a Japón son Vietnam, China y Filipinas.

La revista nippon explica que parte de esta situación viene dada por la caída drástica en la natalidad, acuciante en regiones menores como Akita. La sociedad nipona cada vez tiene una edad media más elevada, la cantidad de niños es muy inferior a la de ancianos, pero al industria y los negocios se esfuerzan por persistir a las dificultades. Traer trabajadores del extranjero parece la solución más inmediata, «en Tokio el 12% de residentes son extranjeros», como dice el artículo. En España también hay una drástica caída de nacimientos, y estamos en el mínimo histórico, pero las diferencias entre ambos países son elevadas, puesto que ahora mismo no estamos en récord histórico de inmigración extranjera (aunque estamos cerca), y el mercado laboral japonés también es muy diferente al español.

Otra consecuencia del afán por reclutar nuevos especialistas recae en los estudiantes que deciden elegir Japón como lugar universitario temporal o permanente. En esencia, los últimos datos reflejan que se han disparado los estudiantes de otras nacionalidades que han conseguido un trabajo en Japón tras terminar sus estudios. Una figura común en este aspecto es el «internship», una vía que ha reforzado el gobierno para atraer jóvenes y que entren en el mercado laboral japonés previo acceso a una formación especial. Una forma de ver este programa es el de atraer becarios para empezar a adquirir experiencia en alguna empresa o centro de formación, y más adelante, ya con un pequeño currículum y nociones del idioma, poder incorporarse a trabajar.

Todas estas circunstancias llevan a una realidad ineludible: la población nativa japonesa cae, y se ve reemplazada por población de origen extranjero. En otras palabras, la proporción de extranjeros aumenta, y en buena medida son trabajadores cualificados. Esta perspectiva no es del agrado de todo el mundo, en concreto de los sectores más conservadores japoneses. En algunas prefecturas se favorece más que en otras, mientras que los partidos políticos centrales a menudo están conformes con dejar margen a la interprertación por parte de los agentes de inmigración. En otras palabras, en muchos aspectos no hay una legislación muy clara al respecto, y muchos de los que tratan de renovar sus visados se encuentran en una incertidumbre administrativa insoportable.

Las leyes de inmigración actuales tienen su origen en 1951, cuando la Ocupación Aliada afincada en Japón proclamó unas normas muy destinadas a aquel momento, que tenían por objetivo (entre otras cosas) repatriar a ciudadanos coreanos a su país. Aunque ha habido ciertas reformas, varios de los tecnicismos y restricciones del sistema siguen vigentes, y también la mentalidad de algunos japoneses. Es difícil señalar el futuro de las leyes, pero el futuro de la sociedad japonesa parece obvio: va a convertirse en un país más multicultural, en especial donde se encuentren los mayores centros empresariales. Japón, el que un día fuese un archipiélago aislado del mundo, cada día tiene una población de orígenes más variados.

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