Pensamiento japonés

¿Estamos presenciando la tercera ola del japonismo?

Japón está en todas partes, a todas horas. Ya es habitual leer la actualidad japonesa en los periódicos. Numerosas actividades y eventos culturales inundan los calendarios de las grandes ciudades españolas. Muchos creativos encuentran en los valores estéticos japoneses una inspiración para sus ilustraciones o obras literarias. En definitiva, parece evidente que Japón está de moda, pero no parece una moda pasajera como otra cualquiera. Es un contagio cultural incalculable. Hablamos de la tercera ola del japonismo.

Qué es el japonismo

Caprice in Purple and Gold: The Golden Screen de Whistler

Bajo este término tan ambiguo se denominó a la difusión y admiración de la cultura japonesa acontecida a comienzos del periodo Meiji, en 1876. Tras más de dos siglos de aislamiento, numerosos comerciantes y artistas occidentales pudieron acceder a las distintas formas de sensibilidad endémica: los grabados ukiyo-e, la figura de la geisha y el samurái o la veneración religiosa de la naturaleza. Todos estos elementos, perfectamente extendidos por el mundo y emparentados con el país del sol naciente hoy en día, causaron un efecto devastador sobre estudiosos y artistas en determinados países europeos.

Tras una primera asimilación, se puede identificar una segunda temporada de japonismo a mediados del siglo XX que influyó especialmente en los círculos de la moda parisina y en consecuencia, en el resto de capitales. A grandes rasgos, consistió en una conversión de los valores estéticos tradicionales asociados al budismo zen, que valora la belleza de las cosas por la esencia de lo efímero, lo imperfecto y naturalista, e introducirlos en la manera de entender la moda y los cánones de belleza. El excesivo artificio y falsedad de lo occidental quedaron en entredicho y se reformularon los códigos estéticos.

Dónde empezó la 3º ola del japonismo

Bon Odori, festival de danza tradicional

En un artículo publicado a principios de siglo, en 2002, llamado ‘Japan’s Gross National Cool’ se introdujo la idea de que Japón se había convertido en una potencia cultural. Que se introdujese en ese momento no significa que no existiese desde hace años, especialmente con la exportación masiva del manga y los videojuegos japoneses que copaban el mercado -y lo siguen haciendo- con valores estéticos y narrativos únicos. El punto de inflexión «oficial» lo marca el gobierno japonés con su política etiquetada como «Cool Japan», cuya intención era la de vender una imagen atractiva de la cultura japonesa al resto del mundo.

Hoy podemos asegurar que el fenómeno «Cool Japan» sin duda ha triunfado. Estamos en la tercera ola del japonismo, y seguramente la política del gobierno japonés ha sido solo un accesorio: la habilidad de los japoneses para crear marca es indiscutible. Era cuestión de tiempo que occidente sucumbiera a los encantos de una industria del ocio japonesa que, en primera instancia, se ideó para ser eficaz para el público japonés, pero ha resultado ser igual de efectiva para el resto del mundo.

Diferenciarse del resto a lo nipón

Los monumentos al manga son habituales

No existe el cómic japonés, existe el manga. No vamos a comer arroz a la japonesa, vamos a comer sushi. Los atractivos guerreros medievales no son soldados, son samuráis. Cuando introduces tantos nombres en tu vocabulario que son específicos de una cultura tan lejana, los nombres dejan de ser un conjunto de letras para formar una atmósfera de ideas y valores. Es el primer paso para el éxito: diferenciarse claramente de lo demás. No ser mejor, peor, más bonito o más feo, sino ser distinto y distinguible. Como diría Don Draper: «tienes que encontrar lo que hace a tu producto especial, aquello que sólo tú puedes ofrecer».

Cuando la exclusividad se ha conseguido y el producto es único, después viene la habilidad para hacerlo atractivo. En otras palabras: tienes que vender calidad. A nadie se le escapa que en el carácter japonés hay una fuerte competitividad, cuyo objetivo no es más que alcanzar la calidad y sofisticación. Si el anime triunfó en Europa de manera aplastante fue porque sabía captar las necesidades del público infantil o adolescente y satisfacerlas. Que la comida japonesa sea tan codiciada obedece a una tradición culinaria en la que prima la elaboración delicada y laboriosa para conseguir un plato bueno, pero también bonito. La ceremonia del té, el jardín zen o el teatro kabuki son también ejemplos de este principio, exclusivo de la tercera ola del japonismo.

Que ahora los japoneses traten de ser actores activos en la difusión de su cultura obedece a una adaptación a la globalización que no existía en las dos primeras olas del japonismo. Al mismo tiempo que el mundo se globaliza, así lo hace Japón, y en ocasiones su público pierde interés en lo propio para interesarse en lo ajeno. Es el momento en el que difundir la cultura en países extranjeros se vuelve imprescindible para ganar la batalla de la competitividad en los mejores casos -como el manga, el turismo o los videojuegos-, o de continuar con la buena salud de los mismos -como la gastronomía o las artes marciales-.

¿El sushi tiene futuro?

El robot cocinador de sushi lo tiene claro

Acometer cada uno de los ámbitos culturales de signo japonés que se están globalizando es interminable, en este artículo sólo hemos dado cabida a aquellos que mueven a las masas. La literatura, la arquitectura o el márketing, por ejemplo, también están sufriendo una evolución considerable debido a la influencia japonesa. Cómo evolucione este fenómeno es algo difícil de decir sin caer en analogías con otras culturas que también hayan tenido una expansión, un análisis demasiado osado. A grandes rasgos, Japón va camino de convertirse la meca de la cultura en las próximas décadas, algo verdaderamente meritorio en una época tan cambiante como la que vivimos.

El peligro reside en si la cultura japonesa morirá de éxito. Cuando la expansión sea tan grande que todo aquello que la hace única haya sido replicado, imitado o aborrecido hasta la saciedad, es posible que entre en crisis. O quizá no. La capacidad de ese conjunto de islas para mantener su identidad y supervivencia ha sido férreo durante mucho tiempo. Esperemos que lo siga siendo.

Referencias
McNeil, Peter; Miller, Sanda: Fashion Writing and Criticism: History, Theory, Practice
McGray, Douglas: Japan’s Gross National Cool, Foreign Policy

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