Takashi Miike no necesita presentación, y en este 2015 ha firmado dos películas, siendo ‘Yakuza Apocalypse’ la más experimental de ellas. Y eso ya es decir mucho en el director, que es incapaz de hacer una película que siga los cánones establecidos. Y tan bien que se le da.
Hablar de una película de Takashi Miike es complicado puesto que cuanto más datos das sobre ella, menor sorpresa le queda al lector. Así que intentaré ser escueto y hablar de las sensaciones que transmite, más que de la trama o las rarezas que tiene. Rarezas que, como todo Takashi Miike, son el principal atractivo del filme.
La película comienza como una de yakuzas al uso. Nos presenta a un líder yakuza (Rirî Furankî) que mantiene el orden en la ciudad y lo hace con mano de hierro; pronto empiezan las escenas de acción en las que hay sangre, violencia bruta y muchos gritos; sin embargo eso parece ser sólo una introducción. Parece. Pronto aparece el verdadero protagonista, emulado por Hayato Ichihara: el típico matón que pasa desapercibido, y que forma parte del clan yakuza.
Hasta aquí todo lo normal y realista: empieza la ficción. Lo que parecía cine yakuza, pasa a convertirse en una película de vampiros, a ratos tiene golpes de drama, y cuando te despistas estás soltando una carcajada. La primera mitad es suficientemente inesperada y loca como para mantenerte con la atención sobre lo que está ocurriendo.
Y aquí hay lugar para todo: acción vertiginosa y sangrienta, planos sostenidos típicos de cine samurai, guiños a otras obras (Van Hellsing tiene su alter ego Miikeano)… cambios de ritmo que hacen que no sepamos realmente hacia dónde quiere ir el argumento. Pero eso da igual, puesto que es todo muy inmediato y entretenido. Cuando, pasando el ecuador de la película, empezamos a cuadrar la trama, da otro giro de 180º para mostrarnos otra locura y descolocarlo todo.
De ahí en adelante seguimos intentando cuadrar de qué va esto realmente, pero al final desistimos y simplemente nos dejamos encandilar por la creatividad de los experimentos marca Takashi Miike, que sabe marcar los tiempos y meter ideas inesperadas allí donde menos lo esperas.
Un ingrediente especial de ‘Yakuza Apocalypse’ son las artes marciales. El papel de uno de los villanos, Yayan Ruhian, da un toque de espectáculo en este sentido, que junto al protagonista redondea unas escenas espectaculares. Sin embargo, es difícil clasificar esta película en este sentido (igual que en ningún otro): es, de nuevo, un elemento más del pastiche que resulta esta película.
La verdad es que es difícil explicar cómo Takashi Miike consigue mezclar cosas tan dispares y hacer una ¿buena película? seguramente no sea de las mejores del director, pero sí que es inconfundible, y las sorpresas que te hace pasar son muchas. Ver ‘Yakuza Apocalypse’, como tantas otras obras de Miike, es como volver a ser un niño y experimentar cosas nuevas por primera vez.