Pensamiento japonés

Shibusawa Eiichi: Una lección del capitalismo ético japonés

«Poner las personas antes que los beneficios» es una de las máximas que definen la histórica acción del gapponshugi, término habitualmente traducido como capitalismo ético. Enraizado en la Restauración Meiji, acontecimiento más importante de la historia reciente japonesa junto a la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo ético fomentado por Shibusawa Eiichi se puede señalar hoy en día como un concepto increíblemente adelantado a su tiempo. Esta prominente figura japonesa entendió la necesidad de conciliar el frío mundo financiero que llegaba de occidente con la infradesarrollada sociedad que le tocó vivir.

Un hombre adelantado a su tiempo

Shibusawa Eiichi

Vivimos una época en la que nuestro sistema económico muestra signos de decadencia tan profundos que parece muy difícil encontrar fórmulas para renovarlo, pero mirando hacia atrás, a veces encontramos respuestas interesantes. Shibusawa Eiichi, además de ser un personaje importante de la era Meiji (1868-1912) que será el nuevo rostro de los billetes de 10.000 yenes en 2024, es una fuente de lecciones a la que acudir para atajar la profunda crisis material e inmaterial en la que se ve envuelta la sociedad mundial. El capitalismo que vivimos hoy en día sufre de muchos problemas estructurales que se ven reflejados en una sangrante desigualdad entre estratos sociales, géneros, grupos raciales y países. Entender esta situación es esencial para valorar los principios del gapponshugi, o capitalismo ético, del cual Shibusawa fue un gran promotor.

Shibusawa Eiichi nació en 1840 en la actual prefectura de Saitama, en una familia dedicada a trabajar el campo. Durante su adolescencia y juventud estudió la filosofía de Confucio y la historia de Japón, adquiriendo una visión moral de las cosas, que más tarde sería la base para su posterior acción social. Shibusawa entró al servicio del shôgun Tokugawa Yoshinobu, último líder militar de Japón antes de la restauración del poder imperial. Rodeado por un entorno de creciente rechazo a los extranjeros, trabajó en el departamento de finanzas y poco a poco fue entendiendo la complejidad de la situación a la que su país se iba a enfrentar. Las potencias occidentales que llamaban a la puerta eran mucho más avanzadas en muchos aspectos, así que decidió ir contracorriente y adelantarse a lo que estaba por suceder, realizando un viaje a Europa para empezar a estrechar lazos con las instituciones y el conocimiento occidentales.

A su regreso encontró que la administración del shôgun había sido derrocada, y en su lugar el Emperador Meiji lideraba Japón hacia una nueva era. No tardaría mucho en encontrar su camino de vuelta al gobierno, entrando entonces como Ministro de Finanzas, tras haber inaugurado la primera empresa moderna de Japón respaldada por accionistas. Las ganas por innovar el anquilosado sistema financiero japonés lo llevaron a trabajar en el nuevo sistema impositivo, la nueva distribución regional por prefecturas y la adopción de Japón del sistema internacional de medida.

Primer banco de Japón

A partir de 1873, año en que dejó de ser un servidor público, comenzó su carrera empresarial fundando un gran número de importantes empresas estratégicas japonesas, siendo la más importante el Daishi Bank, el primer banco nacional japonés de la historia. Su nombre está escrito en empresas de construcción, transporte, energía, colegios y muchas más, destacando además un énfasis en permitir mayores posibilidades para las mujeres y minorías, que hasta entonces estuvieron totalmente al margen de la sociedad. Entre sus contribuciones más celebradas se encuentra La Cruz Roja japonesa, la primera universidad para mujeres o el famoso Tokyo Yōikuin, instalación para dar cobijo a niños huérfanos, ancianos y discapacitados.

La economía somos todos

Las aportaciones de Shibusawa al progreso de la sociedad japonesa son incalculables, pero lo más importante es el espíritu moral que hay detrás de ellas. Para Shibusawa, perseguir el beneficio propio como la máxima prioridad en los negocios es un error, porque lo que debe primar es la honestidad y el ánimo de mejorar la sociedad del empresario. De sus palabras, así como de su ejemplo, nace el término de capitalismo colectivo, bajo el cual las empresas deben de ser gestionadas buscando el bienestar de la sociedad, en lugar del beneficio del empresario o accionista. En otras palabras, la estrategia consiste en derribar la pared que separa a los propietarios (o accionistas) de la empresa y el resto de stakeholders que la integran (como los trabajadores, clientes, proveedores o el gobierno).

Instantánea de un grupo de maiko en la era Meiji

Muchos apuntan a que este espíritu quedó tan inculcado en el mundo empresarial japonés que fue una causa determinante del milagro económico de los años 70 y 80, durante el cual Japón pasó de ser una economía de tercera línea a convertirse en una potencia mundial. El crecimiento de la economía japonesa fue un hito, y su permanencia cuatro décadas después no hace si no confirmar que se llevó a cabo de forma orgánica, beneficiando a toda la sociedad, que hoy en día se señala como la más longeva del mundo y con mayores índices de riqueza.

Todo esto compone el gapponshugi (合本主義) o capitalismo ético, que trata de agrupar esta forma de construir la sociedad de forma colectiva a través de la acción empresarial, empleando un principio moral en la misma. De base esta concepción del capitalismo se aleja de la original propuesta por Adam Smith, y que tan enraizada en algunos ámbitos de la sociedad está hoy en día. Para Smith no era necesario contemplar el bien común, ya que la «mano invisible» se encargaba de que el beneficio del empresario articulase un beneficio indirecto a la sociedad como conjunto. No hace falta señalar que esta forma de ver la economía ha sido un rotundo fracaso cuando analizamos sus efectos en el medio ambiente, las prácticas monopolísticas o la abundante explotación laboral en gran parte del mundo.

Introducir ética en la forma de hacer negocios no es una idea utópica que debamos descartar con ligereza. Es un principio que grandes personalidades de hoy en día están fomentando, con propuestas recientes como la introducción de un impuesto a las grandes fortunas que reduzca la desigualdad y permita mayor inversión en la sociedad; políticas para favorecer la energía limpia que penalice a los contaminantes y premie a los renovables; movimientos cooperativos entre empresas rivales que permitan alcanzar mejores soluciones para la sociedad; y en última instancia, la fuerte ambición de encontrar fórmulas para que los líderes de las empresas de hoy piensen en la sociedad del mañana, y no solo en su beneficio propio.

Fuentes:

Financial Times – Japan´s ethical capitalism has lessons for the world on ESG

Nippon.com – Shibusawa Eiichi: Japan´s Moral Capitalist

Britannica.com – Shishaku Shibusawa Eiichi

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