‘Night Is Short, Walk On Girl’ (2017). Una salida nocturna con Masaaki Yuasa

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Recuerdo que en mis clases de narrativa se solía decir que un buen título es aquel capaz de adquirir varios significados dentro de la obra a la que pertenece. Basada en la novela de Tomihiko Morimi, ‘Night Is Short, Walk On Girl’ (Yoru wa mijikashi aruke yo otome, 2018) comienza con su protagonista femenina declarando su intención de entrar en el mundo adulto a través de una noche de desenfreno alcohólico. Sin embargo, la película de Masaaki Yuasa guarda, tal y como su nombre sugiere, una naturaleza más existencial tras sus imágenes.

No es casualidad que dicha protagonista porte un broche con forma de manzana en su cabello y vista de rojo, el mismo color del cordón de la leyenda japonesa según la cual todas las personas destinadas a encontrarse están unidas por un hilo atado a sus meñiques. El deseo de los personajes de establecer una conexión con otros, enmascarado bajo el motivo de la búsqueda y consecución del destino, son los cimientos sobre los que se asienta el universo de la película.

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Esto es particularmente evidente en el caso de su Senpai (su compañero universitario de un curso superior) que espera que ella se enamore de él a través de una serie de encuentros presuntamente fortuitos confiando ciegamente en la fuerza de dicho destino. Sin embargo, “la chica de pelo negro” no busca más que abandonarse a los pigmentos y a la luminiscencia de los cócteles bajo el cielo de Kioto con la convicción de emerger en la mañana como una mujer madura e independiente.

‘Night Is Short, Walk On Girl’ parece advertir a través de ambos personajes cómo podemos vagar perdidos en un laberinto construido con nuestras propias proyecciones y expectativas, ya sea pretendiendo avanzar sin formar relaciones que vayan más allá de lo anecdótico o superficial, o esperando que sea el mundo el que nos evite asumir las consecuencias de nuestras emociones.

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Al igual que en sus mejores trabajos tales como ‘The Tatami Galaxy’ (Yojôhan shinwa taikei, 2010) o ‘Ping Pong the Animation’ (Ping Pong the Animation, 2014), el universo creado por Yuasa se compone de dicotomías. Lo exagerado y ridículo de sus personajes los hace profundamente empáticos y humanos. Los diálogos entierran al espectador bajo líneas interminables pero el fondo siempre se revela simple y sincero. Sus escenarios –basados en localizaciones reales– se deforman según el fluir de la conciencia y el estado físico de aquellos que los habitan. De hecho, para su protagonista –la persona que más ansía el mañana–, el tiempo avanza de forma más pausada.

Pero sobre todo ‘Night Is Short, Walk On Girl’ entiende que conocerse a uno mismo se encuentra íntimamente ligado a conectar con los demás y viceversa. Sus personajes pueden crecer y redimirse a través de dichas relaciones, más allá de los años y de los errores cometidos. Algo tan inapelable como el pasado puede ser felizmente redescubierto una y otra vez mientras que el futuro se compone de incertidumbre y esperanza a partes iguales.

Y es que “la noche es corta” porque las agujas del reloj avanzan siempre en la misma dirección, desde el fulgor de las luces nocturnas hasta que éstas desaparecen al alba.

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