‘El recuerdo de Marnie’ consolida en cierto modo un nuevo estilo del consagrado Studio Ghibli. Es en su contenido, pero también en sus formas en donde se ve un acercamiento hacia una madurez sosegada de los creadores de clásicos como ‘El viaje de Chihiro’ y ‘La princesa Mononoke’.
Fue verdaderamente desafortunado (además de incomprensible comercialmente) que ‘El cuento de la princesa Kaguya’ se solapara en cartelera con ‘El recuerdo de Marnie’, quedando eclipsada esta última. Si ya de por sí cada película de Ghibli llega como agua de mayo a tierras españolas, un poco escasas de cintas anime en los cines, en este caso además ‘El recuerdo de Marnie’ tuvo muy escasa presencia en las salas.
Y sin querer desprestigiar la adaptación de Kaguya, que tiene muchos alicientes -como ya habíamos señalado-, ‘Marnie’ tiene un trabajo de guión y una orientación sentimental que probablemente la convierten en una de las mejores películas desde ‘Chihiro’. Pese a no contar con Isao Takahata en el rol de director, como es costumbre en buena parte de la filmografía del estudio, la película puede presumir de no echarlo en falta.
La historia se centra en el personaje de Anna, una chica con dificultades para socializar en la gran ciudad. Un día viaja hacia una aldea rural con unos familiares; lo que podría ser una vía de escape para encontrarse a sí misma y, de paso, dedicarse al dibujo: su mayor afición. Las preciosas playas y praderas del Japón más profundo son el escenario en el que Anna conocerá a Marnie.
Marnie es una chica que vive en una impresionante mansión enfrente del mar. Viene de una familia acomodada aunque casi nunca ve a sus padres: siempre están fuera por trabajo, así que tiene que quedarse con una asistenta. La vida de ambas da un vuelco al encontrarse y poder romper la soledad que a ambas les rodea. Pronto, se va fraguando una amistad que casi desde el primer momento parece tener algo más allá… Marnie parece un personaje sacado de un cuento de hadas, es una chica alegre, sonriente y con mucha energía. E inexplicablemente, Anna tiene una sensación muy familiar cada vez que está con ella.
La historia se desarrolla con ritmo, con gracia: ver a las protagonistas interactuar es una delicia para nuestros sentidos. Y casi desde el momento en el que se conocen, de manera muy sutil se va perfilando el misterio detrás de Marnie. La película primero te atrapa con su encantadora atmósfera, y cuando te tiene en sus redes, desarrolla una historia impresionantemente bien hilada, con giros de guión de lo más ingeniosos. En otras palabras: es un in-crescendo de emociones condensado en media hora en la que no quieres ni pestañear.
Y todo esto, por supuesto, con una calidad de animación incontestable. Es posible que ‘El recuerdo de Marnie’ no tenga el nivel de detalle casi enfermizo de otros filmes del estudio como los firmados por Miyazaki pero, por otra parte, sabe construir un filme redondo, bien orquestado y cuyo encanto principal son sus personajes, unidos por una relación que captura la jovialidad y el tránsito a la madurez personal. No falta, por cierto, el ingrediente fantástico -del que no vamos a destapar ni un ápice por motivos íntimamente relacionados con el desarrollo de la película. En definitiva, ‘Marnie’ es otra vuelta de tuerca del majestuoso Studio Ghibli que no podemos sino alabar.
