Pensamiento japonés

Sōseki. Sanshiro: Los claroscuros de la urbe tokiota

Mi debilidad por Natsume Sōseki (1867, 1916) va mucho más allá de la simpatía literaria. El propio autor es capaz de metamorfosearse en los personajes de sus novelas y no necesariamente en el sentido común del fenómeno: realmente vincula sus manías y opiniones, en ocasiones extravagantes a sus creaciones. Es probable que por eso encariñarse con el irritable felino de Soy un gato (吾輩は猫である, 1905) o sentirse identificado con el urbanita en crisis de Botchan (坊っちゃん, 1906) es mucho más que admirar la capacidad narrativa de este señor nacido en la génesis de la majestuosa era Meiji.

Un inocente joven llamado Sanshiro, natal de Fukuoka, humilde ciudad de la isla sureña Kyushu, llega a Tokio para empezar la universidad. Esto supone un paso adelante hacia la madurez del adolescente que descubre el desengaño a pasos agigantados, hace varias compañías de lo más peculiar y se topa con el amor. O al menos, lo que él cree que es el amor. En particular, a través de los ojos de Sanshiro conocemos un Tokio de principios de siglo XX que no es tan diferente como imaginamos, algo que salta a la vista especialmente por el choque cultural que sufre el protagonista.

La nada desdeñable cantidad de títulos que Sōseki fue capaz de producir en tan poco tiempo (prácticamente una gran novela por año, más otras obras poéticas o ensayísticas) nos permite comprobar cómo el ánimo y el carácter del autor fueron evolucionando con el tiempo, y probablemente podamos señalar a Sanshiro (三四郎, 1908) junto con El minero como un punto de inflexión, el momento en el que el humor y el sarcasmo de sus primeras (y muy exitosas) novelas se va escondiendo para dejar paso al existencialismo y el análisis del individuo.

Es difícil señalar el principal punto de la novela, a diferencia de lo que ocurre en otras de mayor calado como Kokoro (こころ, 1914) o El minero, así que le sucede algo similar a Soy un gato: el autor coloca una serie de elementos que le permiten ir escribiendo capítulos y exponiendo temas según convenga durante su publicación serializada. En consecuencia, la lectura es ciertamente irregular en ritmo y forma, pero no por ello deja de ser disfrutable.

A través de los personajes que rodean a Sanshiro reconocemos perfiles psicológicos: el egocentrismo, la hipocresía y la envidia son características reflejadas con agudeza, a menudo en un contexto específico -el que proporciona la sociedad y cultura japonesas- lo que aporta mucho interés a la obra, pues en ocasiones, la mejor manera de analizar lo que tenemos delante de nuestras narices es efectivamente verlo desde la lejanía, tras un prisma distinto: el japonés.

A pesar de su algo caótica composición, la novela es fácil de leer puesto que apenas supera las 300 páginas y la narración es en todo momento divertida y magnética, como es habitual en el autor. Por supuesto, la edición de Impedimenta cuenta con las aclaraciones necesarias y el formato tan agradable que identifica a las múltiples obras ya publicadas de su bibliografía, con motivos florales en la portada de fondo blanco. Sanshiro es, sin duda, un paso necesario para entender la grandeza de este autor tan extraordinario que es Natsume Sōseki.


 

Sanshiro (三四郎)

Autor: Natsume Sōseki

Editorial: Impedimenta

Traducción: Yoshino Ogata

Formato: Papel (Rústica)

Año: 1908 (JP), 2014 (ES)

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