Pensamiento japonés

‘La escuela de la carne’: El sexo que nos guía

Hay varios intelectuales y escritores japoneses que fraguaron una visión integral sobre la evolución -algunos dicen modernización- que Japón llevó a cabo tras la Segunda Guerra Mundial. En la óptica de Yukio Mishima, esa evolución es también degeneración y contradicción. Así, en obras como la que nos ocupa, ‘La escuela de la carne’, el autor tokiota escenifica una visión sumamente crítica sobre la sociedad de su época en torno a las relaciones carnales.

Ficha de la obra

9788491043355La escuela de la carne

Autor: Yukio Mishima

Traducción: Carlos Rubio

Editorial: Alianza

Formato: Papel

Año: 1963 (JP), 2012 (ES)


Reseña

¡Sí, con geta! ¡Quién habría dicho que aparecería con geta!

Una mujer como ella, criada a la occidental desde la más tierna infancia, jamás, ni una sola vez en su vida, había salido con un hombre calzado con geta. Su exmarido, incluso cuando paseaba en verano por la playa, nunca dejaba de llevar calcetines.

Taeko Asano es una mujer acomodada en un mundo en el que las libertades llegan a marchas forzadas. En el Tokio de los años 60, el divorcio comenzaba a ser una realidad; es así como junto a sus amigas, las tres «Bellezas de Toshima» comparten una etapa de su vida tras el fracaso de sus respectivos matrimonios en la que todo un mundo de posibilidades se abre, especialmente por contar con un buen estatus social.

El giro llega cuando las amigas acuden a un bar de ambiente gay, en el que Taeko conoce a Senkitchi, el barman. Joven e imprevisible, llega como un soplo de aire fresco a la insulsa vida de Taeko, que tarda poco en mover los hilos y jugar sus cartas para llamar su atención y atraparlo bajo su red. Una relación aún polémica en una época de progreso, que hará visible la oscuridad latente de dos personajes que pertenecen a mundos totalmente distintos.

Mishima caracteriza de manera soberbia a los personajes femeninos de ‘La escuela de la carne’, elaborando un trasfondo para la obra con todas las frustraciones y sensibilidades típicas de la feminidad; como no podía ser de otra manera, es la protagonista quien mejor lo ejemplifica. Demuestra el autor tener un lápiz de punta fina para dibujar el contorno de una mujer que siente, que ama y que intenta alcanzar sus deseos por métodos, a veces, poco lícitos.

Tanto para el hombre como para la mujer, la masculinidad y la feminidad, que no son más que la expresión carnal de los seres humanos de uno y otro sexo, dependen de la sexualidad integral que irradia el cuerpo y deben nacer del magnetismo de la personalidad en su conjunto. Es decir, no tiene nada que ver, en el caso de la primera, con esa hombría de fanfarria basada en un funcionalismo estrecho. Al macho cuya carne rebosa hombría le basta con vivir, con existir de forma plena y absoluta. Haga lo que haga, un hombre que sea «así de hombre» nunca verá mermada su virilidad.

Senkitchi pertenecía justamente a esta categoría de hombres. A la inversa de los jóvenes de su edad, se adaptaba fáclimente a todas las situaciones y, al mismo tiempo, no se dejaba dominar por esa vanidad sexual característica de tantos otros hombres.

Senkitchi es un personaje masculino producto total de la mente de Mishima. En el juego carnal entre él y Taeko ambos creen tener superioridad táctica cuando, de un modo u otro, el desarrollo de los acontecimientos los llevará a una evolución inesperada. En el camino, la novela hace digresiones para mostrar un Tokio de claroscuros, en el todo parece movido por el mismo fin: el poder que otorga el sexo.

Pero lejos de querer simplificar la psique de los personajes -incluidos los secundarios, también muy interesantes-, siempre queda una sombra de sorpresa en cada uno de ellos. En ocasiones parece que la novela gira sin prisa pero sin pausa hacia un final dramático y desastroso; y pocas páginas después da a entender que nada de lo que ocurre alterará el curso natural de las cosas. Es la maestría de la ambivalencia de un escritor como Mishima la que mantiene al lector totalmente atrapado en su argumento.


Conclusiones

Es especialmente interesante ver cómo Mishima construye una historia profunda y claramente centrada en una personalidad femenina, tal y como hace en ‘La escuela de la carne’. Pero es sólo el eje de una comedia en ocasiones satírica, a ratos romántica e incluso con destellos cómicos, que se sitúa en una zona acomodada del Tokio de los años 60.

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