El japonismo en los videojuegos

Japón no es sólo la cuna de los videojuegos más exitosos de todos los tiempos, es también una fuente inagotable de inspiración con la que creativos occidentales han producido su arte. Al igual que ocurre en muchas producciones cinematográficas, ilustradas o literarias, el japonismo ha sido una influencia muy importante a través de la cual se han alcanzado simbologías y estéticas únicas en los videojuegos.

El gato con botas, saga en la que trabajó Miyazaki

Hoy en día es fácil identificar un videojuego japonés, ya sea por la firma de una asentada multinacional como Nintendo, Konami o Bandai Namco, o bien porque su arte gráfico tiene clara estética manga. Pero no siempre fue así. En los inicios del videojuego, la industria -principalmente japonesa- trataba de parecerse a lo occidental. Pasó así, también, en la industria de la animación, en la que figuras tan reconocidas como Hayao Miyazaki trabajaban bajo estándares bastante alejados del actual signo japonés. Pensaban los japoneses que sus maneras no eran atractivas de puertas hacia fuera, y que era conveniente amoldarse a lo que las potencias occidentales consumían.

Progresivamente, los japoneses descubrieron que sus costumbres y sus exclusividades también gustaban en occidente, casi de manera accidental, desatando una ola de japonismo. Varios títulos de estilo japonés se exportaron minoritariamente, ocasionando un éxito arrollador -como por ejemplo, con el cine de ciencia ficción japonés o los animes que emitían en televisión-, abriendo la veda. Empezaron a introducir ingredientes de su cultura en los productos de ocio, exportando su exotismo y sacando bastante partido de ello.

Quién no recuerda los míticos juegos de ninjas ‘Shinobi’, ‘Tenchu’ o ‘Ninja Gaiden’; la invasión de lo que podríamos llamar “espíritu yokai” con ‘Pokémon’; o el punto de inflexión que fueron los ahora llamados jRPG o “japanese role playing game”, cuyo punto álgido con ‘Final Fantasy’ asentó una corriente que cualquiera identifica hoy en día con todo lo nipón.

Desde hace unos años, se ha dado la vuelta a la tortilla, y los desarrolladores europeos y americanos han empezado a tomar lo japonés como influencia para sus producciones. Construyen nuevos mundos interactivos tomando como referencia los juegos japoneses de épocas anteriores o directamente la inmensa cultura pop en la que se mezclan los samuráis, los ninjas, el manga, la arquitectura, los yokai… y consiguiendo, con ello, una nueva interpretacción de Japón desde occidente.

Overwatch

Con más de 20 millones de jugadores ya se puede considerar el nuevo juego más exitoso de Blizzard, padres de ‘Diablo’ y ‘World of Warcraft’. Si hay algo que destaca en ‘Overwatch’ es su elenco de personajes, los cuales configuran un multijugador por equipos en los que se incluyen distintos héroes con estilos de combate complementarios. Encontramos ahí a Genji Shimada, un ninja cibernético de velocidad endiablada que es el quebradero de cabeza de la retaguardia enemiga, especialmente cuando saca su mortífera katana para destruir todo lo que pilla a su paso. Junto a él, su hermano Hanzo Shimada es todo lo contrario: un samurái arquero que maneja la situación con el temple de un francotirador, y que es capaz de desplegar dos dragones que devoran a los adversarios. A los personajes les acompaña el mapa de Hanamura, un pueblo tradicional japonés inspirado en el emplazamiento del mismo nombre en Fukushima.

Aragami

De origen español, ‘Aragami’ nació como un trabajo de fin de máster llamado ‘Path of Shadows’ en el que se propone una serie de mecánicas de juego muy innovadoras en el género de sigilo. No en vano, el protagonista es un ninja, asimismo el argumento y toda la ambientación son totalmente japoneses. Nos introduce en la piel de un “aragami”, espíritu que nace para vengar a una chica y que es capaz de atravesar la luz a través de las sombras sin ser visto para acabar con sus enemigos silenciosamente. ‘Aragami’ bebe de la estética y las leyendas ancestrales japonesas.

Mark of the ninja

También protagonizado por un ninja sigiloso, pero en este caso con un planteamiento muy diferente, ha sido galardonado por llevar a las plataformas 2D el género de manera inédita hasta entonces. ‘Mark of the Ninja’ consigue componer con elementos muy básicos un gameplay verdaderamente desafiante y una estética oscura, casi ominosa, en la que incluso el sonido de tus pasos puede delatarte. La tradición yakuza y espiritista también están presentes en la trama, aunque de manera más anecdótica.

Shadow Warrior

Con la segunda entrega en el mercado desde hace sólo un par de meses, ‘Shadow Warrior’ se ha alzado como un juego de acción que desafía todos los límites de la cordura. Ya sea con nuestras pistolas o con nuestra katana, tenemos que aniquilar a las oleadas de demonios que aparecen bajo cerezos en flor, encima de los templos shintoístas o a través de los campos de bambú. La belleza de los paisajes, que son para pararse a contemplarlos, choca con la adrenalina constante que es este juego, en el que la historia no tiene ni pies ni cabeza. Pero qué más da, estamos en Japón matando sin parar, con cuadros de Hokusai de fondo.

Los jRPG

Se denominan “japanese role playing games” precisamente porque reinventaron el RPG de una manera que sólo ellos supieron hacer, con nombres como Final Fantasy, Dragon Quest o Shin Megami Tensei a la cabeza. En este subgénero abundan las caracterizaciones manga, las aventuras épicas en las que importa mucho el trabajo en equipo -véase como un símbolo de la colectividad japonesa- y los seres mitológicos juegan un papel protagonista. Cuando son los europeos y americanos quienes recogen esa fórmula y la integran en sus juegos, ¿siguen siendo jRPG?

Toby Fox, norteamericano creador del extraordinario Undertale, no deja de señalar a Earthbound como su principal referencia. A su manera, ha establecido un nuevo concepto del jRPG, en el cual hasta los enemigos tienen una historia que contar a un protagonista que dista mucho de ser el típico héroe salvamundos.

Lo mismo ocurre con los londinenses creadores del inesperado Stardew Valley, un simulador de granja claramente emparentado con Harvest Moon, y que bebe de ese espíritu de “juego que sólo gusta a los japoneses” en el que dedicarse a hacer tareas domésticas como cuidar el cultivo, mejorar las herramientas del campo o recoger la cosecha… ¡y que ha sido un bombazo en 2016, batiendo todos los récords de ventas mundiales!

Stardew Valley

Otra sólida prueba son ‘Breath of Death VII’ y ‘Cthulhu Saves The World’, jRPG de los de 8 bits desarrollados por occidentales en los que todo se enrevesa aún más y, por un lado, se convierte en una parodia de los jRPG tradicionales, utilizando todo el sistema tradicional de juego de estos; por otro, combina el diseño clásico con el moderno.

Como estos, existen decenas de juegos, especialmente en dispositivos móviles, que utilizan un diseño de jRPG y que cuentan con una base de jugadores bastante amplia. Se podría decir, en cierto modo, que existe un toque japonés en ciertos videojuegos que atrae a propios y ajenos, pero que en el fondo cada vez se está internacionalizando más.

Shogun: Total War

Ya hemos hablado de la segunda entrega de Shogun, de la serie Total War, en Aki Monogatari ya que se trata del juego de estrategia más importante basado en Japón. En él podemos viajar al periodo Sengoku, a las guerras Gempei o a la guerra Boshin, los tres periodos más importantes de la época samurai en la que tomamos el papel de daimyo (líder del clan) como estratega, general y administrador del imperio. No te imaginas la cantidad de historia japonesa que puedes aprender con estos juegos, tanto en temas militares como sociales y políticos. Incluso podemos leer algunos poemas y ver grabados ukiyoe en las pantallas de carga.

Journey

Quizá no hayas pensado sobre esto, pero tanto Journey como Flower, ambos de Thatgamecompany, tienen implícito un sentido profundamente relacionado con la cultura del “mono no aware”, donde la naturaleza forma parte de uno mismo y es objeto de contemplación. Thatgamecompany, a través de dos fórmulas distintas, mete al jugador en un viaje espiritual en el que detenerse a contemplar el entorno y a reflexionar sobre su propia existencia; por momentos, el juego te absorbe y te maravilla con su esplendorosa simplicidad. En palabras de uno de sus creadores señaló en una entrevista para Gamasutra: “Construimos nuestros juegos como un jardín japonés, donde el diseño es perfecto y no es necesario quitar nada. Creo que haciendo esto, nuestro trabajo cobra un sentido más coherente. Si añades más elementos, el resultado puede ser más impresionante, pero perderás la fuerza del mensaje. Los juegos tienen que ser emocionales, las personas necesitan experimentar un amplio rango de sentimientos con ellos”.

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