Japón y su obsesión con el dinero en metálico

Si has viajado a Japón o tienes pensado hacerlo, es probable que hayas investigado por Internet cuáles son las precauciones a tomar antes de coger el avión hacia Tokio. De entre todas las sugerencias y recomendaciones para el turista, hay una que llama especialmente la atención: llevar dinero en metálico, en lugar de utilizar nuestra tarjeta bancaria, para pagar en los establecimientos.

Cuando hablamos de Japón, es fácil argumentar que se trata de un país altamente adaptado a la tecnología. Smartphones, videoconsolas, tren bala, robots… parte importante de la creación tecnológica tiene sello nipón. Es por tanto sorprendente, a primera vista, la adopción de los pagos telemáticos (incluyendo tarjetas de débito, crédito o plataformas de pago electrónico como PayPal) es mucho más baja que la de otros países de similares niveles de desarrollo.

Porcentaje de dinero del PIB correspondiente a pagos en metálico (cash)

Hay varias formas de explicar este fenómeno. Un análisis realmente interesante al respecto es el titulado The painful path to curing Japan of its cash addiction del diario británico Financial Times. Entre las razones se destaca la desconfianza del ciudadano japonés hacia el dinero virtual, pero también el creciente envejecimiento de la población japonesa, menos familiarizada con las novedades tecnológicas. Y, de manera indirecta, es también notable tener en cuenta que Japón, al ser un país tan seguro, no incentiva a evitar llevar grandes sumas de dinero en la cartera por miedo a los robos.

Actualmente, sin embargo, podemos encontrar varios intentos de implementar diferentes sistemas de pago electrónico. 7Eleven, la popular franquicia de tiendas de convenciencia extendida por todo Japón, desarrolló un sistema de pago por móvil en la red de konbini. La iniciativa, que tenía buenas perspectivas, fue un auténtico fracaso al haber sufrido un hackeo masivo tan solo horas después de su puesta en marcha. El robo de 38 millones de yenes de los usuarios que estrenaron este sistema, como es obvio, solo agravó la sensación de inseguridad de los japoneses ante estas iniciativas.

La principal ventaja en torno a la que gira la reducción de cash japonés no va en relación con la comodidad que los ciudadanos o turistas pueden tener al utilizar tarjetas o medios de pago electrónicos, sino del ahorro que supone. Nomura Research Institute estima que la gestión de billetes y monedas supone un gasto de15 mil millones de dólares al año, incluyendo costes de transporte, custodia, etcétera. De manera más específica, según el mismo estudio, los negocios que eliminan los cobros de dinero en metálico son capaces de aumentar productividad (al reducir el tiempo que los empleados dedican a administrar el dinero) y el número de clientes, que en teoría acaban eligiendo cada vez más estos pagos telemáticos.

La moneda de 100 yenes es tu mejor amiga

De cara a las Olimpiadas de 2020 en Tokio, el gobierno está haciendo esfuerzos para demostrar al mundo que Japón es un país avanzado, seguro y preparado para los negocios. En las Olimpiadas de 1964, también japonesas, se extendió una sensación de humillación en el momento en que el país nipón, en la lupa de todo el mundo, no pudo ofrecer un sistema de pagos con tarjeta en casi ningún establecimiento a los visitantes.

Enmendar esta situación es algo que llevará tiempo. Es posible que detrás de este rechazo por el dinero virtual haya un escollo aún más complejo de solucionar. El dinero físico, en la cultura japonesa, es objeto de respeto y cuidadosa atención. Cuando una persona ofrece un billete a otra, es costumbre entregarlo con las dos manos y de manera casi ceremoniosa, demostrando que se está entregando algo de valor que debe ser protegido y tomado en especial consideración. Pero podríamos ir más lejos, incluso. ¿No es esta devoción por el dinero en metálico, en cierto modo, una forma de rebeldía hacia el control financiero que nos quieren imponer? Mientras que en China, por ejemplo, todas las finanzas pasan por el registro del gobierno, que ejerce un control absoluto, en Japón el patrimonio financiero se guarda bajo llave y con tesón.

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