‘El maestro de go’ de Yasunari Kawabata

Puede considerarse que ‘El maestro de go’ es la novela más atípica de toda la obra de Kawabata, pero también es en sí misma muy especial; gira en torno a uno de los elementos más tradicionales y representativos del antiguo Japón: el go.

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Para comprender mejor la trascendencia y el significado de la obra de Kawabata, es conveniente introducir un poco el contexto. El go (囲碁) es un juego de mesa que, como otros quehaceres de la sociedad japonesa medieval, era considerado una forma de vida. El “camino de go”, junto con “el camino del té” o “el camino de la escritura”, por ejemplo, se ejercían como prácticas rituales.

No vamos a entrar en detalle en las reglas del juego de go, porque no son fáciles de explicar; pero es un juego de tablero con casillas en cuadrícula 19×19 de dos jugadores en el que se colocan piezas blancas y negras. Similar a las damas en la manera de proceder, pero no en las reglas. Principalmente, consiste en “conquistar el tablero” dominando más áreas que el oponente.

En 1938 hubo un cambio histórico en el go. Se iban a cambiar las reglas que llevaban vigentes desde hace siglos. Pero antes de eso, se concertó un torneo especial entre los dos mejores jugadores de go. Un torneo para el que, casualidades de la vida, Yasunari Kawabata fue elegido como periodista y cronista.

Por un lado, jugando con el blanco, el maestro, mejor jugador de go de Japón, que según las reglas antiguas preservaba la posición desde hace muchos años. Debido a su avanzada edad, llevaba mucho tiempo sin ofrecer a disputa su posición, por lo que el torneo simbolizaba, de alguna manera, la última gran partida de go para él. El maestro es un venerable anciano de modos pausados, de carácter increíblemente persistente y rostro imperturbable. Concibe el go como un arte, como un ejercicio intelectual en el que se crea belleza a través del juego.

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En el lado contrario, Otake, un joven en la treintena que acaba de tener un hijo, y que se plantea el torneo como su ascenso definitivo a la gloria. Si ganaba, se convertiría en un jugador sin precedentes, sería aquel que derrocaría el sistema antiguo para alzarse legendario. Otake es voraz, nervioso; no puede parar de beber té durante la partida ni de levantarse del sitio. Se toma el go como una competición fiera.

Kawabata presenció el juego, redactó varios artículos sobre el mismo, y unos años después publicó ‘El maestro de go’, la novela que se basa en este capítulo histórico de Japón, y que por supuesto no es sólo un conjunto de crónicas: es todo un retrato de la cultura japonesa, repleto de simbolismo, emociones y dualismo. Dualismo entre dos formas de entender el go, pero que también son dos formas de entender la cultura japonesa, que se encontraba en plena evolución.

El transcurso de la novela coincide con el transcurso accidentado de la partida. Las draconianas reglas del torneo, que incluían la reclusión de los jugadores en el complejo y un tiempo de reflexión de horas entre cada movimiento, hicieron mella en los dos. Y Kawabata describe con su estilo único este proceso. El rápido envejecimiento del maestro, que pese a sus problemas de salud insistía en jugar, es en muchos aspectos una metáfora de las tradiciones japonesas, que se estaban debilitando paulatinamente.

Los días se hacen largos, las jugadas son ampliamente discutidas en todo Japón. Se trata de un acontecimiento histórico, pero Kawabata se centra mucho más en los sentimientos y los gestos de los dos jugadores que ahí, en una sala, colocan piedras sobre un tablero, pero que en el fondo están disputando una intensa batalla intelectual y emocional. El desenlace está a la altura de las circunstancias.

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